Obra pictórica perteneciente al mediados del siglo XVII al arte barroco español. Obra de Murillo que representa una escena costumbrista de la picaresca española.
En la imagen observamos la vida de los barrios bajos de la época, la vida de los niños desarraigados que se debían buscar la vida por sí mismos.
Vemos detalles interesantes de las ropas roídas de los dos niños, unas expresiones de normalidad, no existen unos rostros o unas expresiones de dolor o sufrimiento, sino que los rostros muestran miradas pícaras de complicidad entre ambos personajes.
Analizando las figuras detalladamente encontramos unos pies descalzos, sucios y ennegrecidos. La posición de los cuerpos, sobre todo las piernas, presentan malas posturas, retorsión de las figuras y escorzos, sobre todo en las piernas del niño de la izquierda que come las uvas. El detalle de las telas ennegrecidas y sucias hace crear sombras y diferentes tonalidades de los colores originales. Ambos muestran un aspecto desaliñado, pero no se mofa de ello, todo lo contrario. Son dos personajes anónimos, por lo que el autor simplemente quiere retratar una situación costumbrista como crítica social.
El fondo que observamos es el suelo, con restos de comida, y la cesta a la izquierda de la imagen, donde hay comida. Son por tanto, reminiscencias del bodegón y de naturalezas muertas. En la pared del fondo se ven negros terrosos, que aportan a la escena un mayor climax de crítica social.
Observamos que la luminosidad impacta directamente en los niños y en los elementos, como el cesto, que se quieren resaltar. El color trata de detallar los distintos rasgos de los detalles de la composición. La línea remarca bien los contornos y las distintas formas a resaltar.